Arabia Saudita: el gigante sin ríos que desafía al desierto.
Arabia Saudita es el país más grande de Asia Occidental y el decimotercero del mundo, con una superficie de más de dos millones de kilómetros cuadrados. Sin embargo, lo que más sorprende de este reino es que no tiene ningún río permanente, lo que lo convierte en el país más grande del mundo sin ríos. ¿Cómo es posible que un país tan extenso y poblado pueda sobrevivir sin este recurso vital?
La respuesta está en la desalinización y el tratamiento de aguas residuales, dos tecnologías que han permitido a Arabia Saudita garantizar su abastecimiento de agua y hacer frente a la escasez hídrica que sufre por su clima árido y sus escasas precipitaciones. El país del Golfo cuenta con más de 35 plantas desalinizadoras que producen diariamente unos 6,85 millones de metros cúbicos de agua potable, lo que representa el 18 % de la producción mundial de agua desalada¹. Además, el país ha aumentado en los últimos años el tratamiento de sus aguas residuales, pasando de depurar el 17 % al 30 %, con el objetivo de llegar al 90 % en 2030. Estas aguas tratadas se utilizan principalmente para fines agrícolas, industriales y municipales, reduciendo así la presión sobre los acuíferos subterráneos.
Arabia Saudita es un ejemplo de cómo la innovación y la inversión pueden superar los desafíos naturales y convertir un desierto en un oasis. Sin embargo, esta solución no está exenta de costes económicos, ambientales y sociales. La desalinización consume grandes cantidades de energía, que proviene mayoritariamente del petróleo, lo que contribuye al cambio climático y a la dependencia de los combustibles fósiles. Además, la desalinización genera salmuera, un residuo altamente salino que se vierte al mar y que puede afectar a la biodiversidad marina. Por otro lado, el tratamiento de aguas residuales requiere de infraestructuras adecuadas, normas de calidad y concienciación social, aspectos que aún deben mejorar en el país.
En definitiva, Arabia Saudita es un país que ha sabido adaptarse a su entorno y aprovechar sus recursos para satisfacer sus necesidades hídricas. Sin embargo, también es un país que debe afrontar los retos que plantea su modelo de desarrollo y buscar un equilibrio entre el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental.
